APOYAR A TUS HIJOS CUANDO COMETEN UN ERROR

Hay varias normas no escritas que considero fundamentales para educar adecuadamente a nuestros hijos y para que puedan aprender de las experiencias tanto positivas como negativas.

Una de las cosas que me parece básica en la educación de los hijos es saber trasmitirles que creemos en ellos. Todos podemos recordar algún episodio en el que un niño ha roto algo o pegado a otro, una rabieta inadecuada, y cómo muchas veces etiquetamos directamente a ese niño atribuyéndole características determinantes, juicios de valor negativos respecto a su persona, no respecto al hecho concreto. El niño se siente juzgado por todos y recriminado, pero creo importante decirle “Sigo creyendo en ti”, sin perdonar ni disculpar su comportamiento, demostrarle que puede hacer las cosas de otra manera, que tiene comportamientos alternativos que le traerán recompensas en lugar de castigos.

Tanto los adultos como los niños cometemos errores, pero si nuestros hijos saben que creemos en ellos les ayudamos a darse cuenta de que un error no significa que sea el final del camino, que hay opciones para ellos.

Los niños, y muchos adultos, a menudo se presionan porque quieren tener resueltas las situaciones inmediatamente pero muchas cosas en la vida requieren paciencia y espera esforzándonos para obtener los objetivos que nos hemos propuesto. Por ello la segunda cuestión que me parece muy importante es enseñar a nuestros hijos precisamente eso, que no se consiguen las cosas, ni resolver los problemas siempre en el momento, si no que hay que seguir unos pasos, ir poco a poco, para ello es importante marcarles pequeñas metas que les lleven a conseguir la recompensa final o a resolver el problema que les preocupa. Es lo que los psicólogos llamamos la demora de la recompensa.

Una tercera cosa, que a todos nos hace falta, es que nos valoren, que nos digan cosas que hacemos bien, y eso se aplica a nuestros hijos; es necesario resaltar en ellos un talento o cualidad especial, que observemos, y decírselo, hacerles pequeños comentarios positivos: “ver lo bueno”, decirle por ejemplo qué bien hace la cama, cómo me gusta que sonría y anime a los demás etc. Con esto conseguiremos motivarles, les reforzaremos la autoestima y les daremos la seguridad para arriesgarse en la vida, para intentar una carrera profesional difícil o una meta complicada.

En cuarto lugar resaltaría algo tan importante como saber escuchar sus problemas sin criticarles ni juzgarles, aunque sea algo decepcionante o chocante para nosotros, dándoles las gracias por confiar en nosotros, de esta manera abrimos la puerta a la comunicación con ellos, podemos ser personas de confianza para ellos cuando necesitan a alguien cuando estén en una situación difícil, por supuesto les haremos saber nuestra opinión si algo nos parece una equivocación, pero siempre para darles nuestro apoyo, no para hundirles más.

Finalmente, los hijos tienen que saber que los padres siempre estarán ahí, que les dejaremos libertad para probar como quieren vivir, aunque no sea de la forma que nosotros teníamos pensado, que pueden cometer errores y aprender de ellos, distanciarse de nosotros para crecer y desarrollar su individualidad, pero que los padres les aceptaremos como son y estaremos para apoyarles.

Soledad Roustan Gullón

Psicóloga colegiada M-20027

PSICOACTIVE

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